A pesar de que la mayoría de las plantas de producción de energía renovable están situadas en zonas rurales, la mayor parte de la demanda para su consumo se concentra en las grandes ciudades. Sin embargo, de acuerdo con lo establecido en la Agenda 2030, el componente rural de la transición energética ha sido obviado casi por completo tanto por la ONU como por la Unión Europea en su Green Deal.

Eliminar la territorialidad de la transición energética genera numerosos problemas, entre los que cabe destacar dos especialmente:

1. pone en riesgo la sostenibilidad de las zonas rurales, y
2. amenaza la legitimidad del proyecto de la Agenda 2030, ya que sus objetivos no pueden alcanzarse a menos que se logre un equilibrio entre todos los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

(…) Incluir a las mujeres en la toma de decisiones del sector energético es fundamental para alcanzar los objetivos y metas de la Agenda 2030. Como ha reconocido la ONU, las políticas de igualdad son necesarias para alcanzar los ODS. No sólo son esenciales por razones de justicia representativa, sino también a nivel estratégico.

(…) Por lo tanto, si bien la transición energética es, sin duda, una buena oportunidad para replantear el futuro de las zonas rurales, este futuro también debe ser justo. Incluir a las mujeres se convierte en una parte esencial de la toma de decisiones en la transición energética y, para ello, las políticas transversales también se convierten en un requisito fundamental y deben aplicarse en las zonas rurales, donde sabemos que menos se aplican. Aprovechemos esta oportunidad para crear nuevas políticas rurales que sean justas y equitativas e incluyan una perspectiva de género.